sábado, 3 de agosto de 2019

Hegel en la papelera

He comentado hace poco que sigo las charlas de Antonio Escohotado en YouTube, aunque no conozco muchos más pensadores de lengua española que me llamen la atención, ni por su originalidad ni por su profundidad. A Escohotado lo admiro por muchos conceptos. No sólo por su capacidad de trabajo y su curiosidad insaciable, sino por su espíritu independiente y libertario. Sin embargo, hay una parte de su pensamiento que me desconcierta: su interés por la filosofía.

Aunque le he oído glosar a menudo a los filósofos de la Grecia clásica, su debilidad absoluta parece ser Hegel. Escohotado se derrite cuando habla de Hegel, y hoy por primera vez le he oído explicar por qué. Mi primera reacción ha sido de estupor. No entiendo nada. No puede ser que este hombre, en general tan lúcido, se rebaje a parlotear en la jerigonza de los filósofos y se crea lo que dice. De modo que, por una vez, la curiosidad ha vencido a mi secular aversión al onanismo mental. He entrado en Wikipedia, he buscado 'Hegel' y me he puesto a leer.

Leer a los filósofos alemanes me parece una pérdida de tiempo en todos los casos, además de ser un acto masoquista generador de manos retorcidas, sudores fríos y jaquecas devastadoras. Para empezar, habría que leerlos en alemán, que es una lengua esencialmente intraducible. Y, para continuar, habría que entender qué demonios quieren decir todas esas frases laberínticas construidas con conceptos enigmáticos. Es sábado por la tarde y no tengo otra cosa que hacer, de modo que me he preparado un café, me he sentado ante la pantalla y, para no abusar de mis ocho o diez lectores, he seleccionado sólo una frase de Wikipedia sobre el pensamiento --es un decir-- del señor Hegel. Vamos a ello.

La frase que he seleccionado dice así:

"No limitándose a rechazar la dualidad kantiana de libertad frente a naturaleza, Hegel aspira a subsumirla en la 'infinidad verdadera', el "Concepto" (o 'Noción': Begriff), el "Espíritu" y la "vida ética" de manera que la dualidad kantiana se haga inteligible, en lugar de seguir siendo algo que viene dado en bruto".

Kantiana o no, la dualidad de la libertad frente a la naturaleza es para mí como la dualidad de la velocidad frente al tocino. ¿Dualidad respecto a qué? ¿Qué relación hay entre ambas cosas? La libertad es lo contrario de la restricción, mientras que la naturaleza es lo contrario del artificio. Tal vez lo que Hegel quería decir era demasiado abstruso para mí, pero suponer a tus lectores más tontos que tú suele ser un síntoma de la vanidad de los imbéciles. De modo que encojámonos de hombros y prosigamos.

Antes de subsumir nada en la 'infinidad verdadera', me temo que deberíamos averiguar lo que Hegel entendía por 'infinidad'. Y, sobre todo, infinidad de qué. Escribámoslo de otro modo:

... subsumir la dualidad [...] en un número infinito verdadero de lo que sea

Confieso que Groucho Marx tenía mucha más gracia que este señor. No tengo ni idea de lo que es un número infinito de lo que sea, ni de cómo subsumir dualidades en números infinitos. Que yo sepa, Herr Hegel no dejó escrito ningún manual de instrucciones al respecto. ¿Y cómo sabremos cuándo una infinidad es verdadera? Una infinidad de unicornios es falsa para un zoólogo pero, si aceptamos que yo existo, tan verdadera como mi imaginación. ¡Y todavía no hemos llegado ni a la mitad de la frase!

Ahora agarrémonos, porque vienen curvas. Tal como está construida la frase, tenemos que suponer que el concepto, el espíritu y la vida ética (!!!) son la infinidad verdadera. A ver, señores filósofos: un concepto es una abstracción, y por lo tanto no puede ser infinito. En cuanto al espíritu, lo único que se me ocurre es el alcohol etílico, que es lo que diferencia las bebidas espirituosas de las demás (tal vez estamos llegando por fin al meollo del pensamiento de Hegel). Con respecto a la 'vida ética', puede significar muchas cosas, pero no se me ocurre ninguna que sea una infinidad. Haciendo un esfuerzo mental realmente generoso, podríamos relacionarla con la libertad y con la naturaleza pero, como las tres cosas son atributos del ser humano, no hay nada que subsumir: o están subsumidas por definición, o no lo están.

De manera que, después de tamaña retahíla de desvaríos --alguien podría decir 'timos'-- intelectuales, la dualidad kantiana debería ahora ser tan inteligible como dos más dos son cuatro. O, considerando que los lectores de Hegel somos tontos, tan inteligible como trescientos cuarenta y cinco, coma dos, más siete mil ochocientos seis. Ojo, y no sólo eso, sino que a partir de ahora ya no será algo que viene dado 'en bruto'. De lo que se entera uno.

En fin, nada más por hoy. Confío en que mi uso de la ironía haya hecho sonreír a alguno de mis dos o tres lectores (a estas alturas del texto, ni siquiera sé si llegarán ya a tantos). Por mi parte, he saboreado mi café, he pasado un rato entretenido y he disfrutado desmenuzando las estupideces del señor Hegel. No era mi intención ofender a nadie, pero es que esto de la filosofía me saca de quicio. Lo mío, como sabrán ya mis escasos lectores, es la ciencia y el sentido común. Lo demás, sencillamente, es cuento.

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