miércoles, 14 de septiembre de 2016

Freaks subpirenaicos: 1955MR

El Freak subpirenaico 1955MR nació en una región subpirenaica lluviosa, conocida por la habilidad de sus habitantes para mantener una conversación indefinidamente sin decir jamás ni sí, ni no, ni qué se yo. Por lo demás, el Freak que nos ocupa hoy apenas se diferencia de tantos otros Freaks subpirenaicos, cortados todos casi siempre por el mismo patrón. Algo así como el eterno retorno. Para empezar, como en todas las buenas familias, uno de sus antepasados pertenecía a la farándula tribalista, naturalmente en el sector de los señoritos, donde había descollado por sus logros como pendolista legislativo.

Sus primeros estudios los cursó, por supuesto, con una congregacion religiosa, concretamente los jesuitas, y a nadie sorprenderá saber que a continuación se matriculó en la Facultad de Derecho. Las ciencias nunca fueron el punto fuerte del país subpirenaico, y mucho menos si lo que uno se propone es vivir bien sin dar ni golpe. Su meta, naturalmente, era ser funcionario del Estado, que en provincias está considerado como un destino de muchísima pompa y circunstancia.

Sin embargo, la política llamó un día a su puerta –o él llamó un día a la puerta de la política-, y en tales menesteres, con el tiempo y una caña, fue escalando puestos en niveles de mangoneo crecientes. He usado la palabra ‘mangoneo’ porque, como veremos en seguida, no tiene sentido hablar de ‘responsabilidad’ en el caso del Freak 1955MR. O bien porque supo tener paciencia, o porque su mediocridad fue una virtud muy apreciada por sus superiores, o por su proverbial habilidad para no decir nunca ni sí, ni no, ni qué sé yo, el Freak que hoy nos ocupa desempeñó puestos variopintos en la administración regional y, con el tiempo, incluso en la nacional. En todos ellos supo pasar sabiamente inadvertido, aunque la clave de su éxito fue posiblemente otra habilidad aún más meritoria.

A saber: escurrir el bulto. Sea cual sea la decisión que esté obligado a tomar en virtud de su cargo, el Freak se las arregla siempre para que la tome otro. De manera que él nunca será responsable de nada. Brillante, ¿verdad? Las decisiones técnicas las tomarán los técnicos, las económicas los economistas, las judiciales los jueces y fiscales, y en los asuntos conflictivos mejor no complicarse la vida y dejarlos como estaban. Con una salvedad: si la decisión tiene éxito, el mérito será sólo suyo, que para eso es el titular del cargo.

Este tipo de personaje sólo puede llegar a medrar en regiones subpirenaicas, y no es un modelo exportable a países civilizados. La razón es muy simple: hace falta una población de imbéciles para que, con artimañas tan birriosas, alguien así sea capaz de salirse con la suya.


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