viernes, 26 de agosto de 2016

Freaks subpirenaicos: 1865SA

El Freak 1865SA nació en pleno siglo XIX en una lluviosa localidad subpirenaica. Su padre era propietario de unos astilleros y ferviente partidario de la causa carlista, hasta el punto de que destinó parte de su fortuna a comprar armas en Inglaterra para el ejército rebelde. Tras el alzamiento carlista de 1872, la familia puso pies en polvorosa y se refugió en Francia, donde el Freak protagonista de esta semblanza pasó sin pena ni gloria algunos de sus tiernos años infantiles.

Tras la segunda sublevación de los pertinaces carlistas, el Freak 1865SA acudió por fin a estudiar a una escuela jesuita de las tierras lluviosas. En algún momento que las crónicas no especifican contrajo la tisis, de la que lamentablemente se repuso tras una larga convalecencia. Entonces, a los 17 años, una conversación con un hermano suyo lo indujo a abandonar la causa carlista para abrazar una doctrina no menos pintoresca: el nacionalismo racista. Fue, más que una revelación, un trance místico, que aconteció precisamente durante una Semana Santa.

Un año después, embargado de entusiasmo, se matriculó al mismo tiempo en tres Facultades distintas de otra Universidad subpirenaica pero, siendo persona de limitadas luces, abandonó los estudios poco tiempo después. Quien mucho abarca, poco aprieta.

De regreso a su lluviosa tierra, habitada desde el día de la revelación por seres superiores (como él), escribió y publicó varios libros sobre etimología y gramática de la lengua de aquellos seres superiores. Lengua que, por lo demás, él desconocía. En tanto que así se afanaba, opositó a una cátedra en un instituto local. Afortunadamente, sin éxito.

Casó después con una mujer del medio rural, cuyo apellido él tuvo que amañar para adaptarlo a su condición de esposa de raza superior, y la feliz pareja, debidamente bendecida por la Santa Madre Iglesia, celebró su viaje de bodas en la muy milagrosa y cosmopolita localidad de Lourdes.

Gracias a la fortuna de su padre, el Freak 1865SA no necesitaba trabajar, pero a condición de rentabilizar adecuadamente el capital obtenido de los astilleros. Las razas superiores son extremadamente tolerantes, y no se oponen a invertir en tierras habitadas por razas primitivas, por lo que el Freak 1865SA y su hermano se decidieron a comprar acciones de una empresa minera subpirenaica con explotaciones en territorio bárbaro.

Entre tanto, al otro lado del Atlántico, una isla caribeña que todavía formaba parte del país subpirenaico estaba en plena efervescencia. La efervescencia acabó en guerra, y la isla terminó independizándose de la opresora madre patria. En esta, tan aciago suceso desmoralizó a todos sus habitantes, salvo a algunos exóticos Freaks de las tierras lluviosas que, al ser de raza superior, vieron en la secesión atlántica un modelo a seguir y un motivo de bendita ilusión.

Quizá por esa razón, y con el loable propósito de llamar la atención del indiferente planeta Tierra, el hermano del Freak 1865SA se presentó un día ante el vicecónsul de Estados Unidos de América y le entregó un telegrama felicitando a su Presidente por haber consumado la secesión de aquella isla. Como Estados Unidos acababa de infligir una humillante derrota al país subpirenaico, el Freak 1865SA dio con sus huesos en la cárcel, donde permaneció cinco oprobiosos meses hasta que, absuelto por un jurado popular, fue puesto en libertad.

En sus últimos escritos, el Freak 1865SA dio señas de haber perdido la razón, ya que renunciaba a la independencia de la raza superior en favor de una postura regionalista y, por lo tanto, humillante. Juzgue el lector por sí mismo. Un hombre que en sus momentos más lúcidos alentaba a expulsar de los pueblos a pedradas a los maestros de raza inferior, que contraponía el asqueroso y cínico abrazo del pasodoble frente a las púdicas y aéreas danzas del pueblo elegido, o que comparaba a los salvajes librepensadores ocupantes con las tribus zulúes, desistía ahora de sus grandiosos ideales para aspirar a ser simplemente uno más en la grosera cacofonía subpirenaica.

Sin duda había contraído la enfermedad de Alzheimer.

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