martes, 25 de octubre de 2011

Democracia peliculera

Democracia. También en ese país en el que los ciudadanos no votan programas políticos.

Votan películas.

Pero a quienes realmente eligen es a los actores.

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Cigarras, hormigas

Con tanta diversión a crédito, habíamos llegado a olvidar la vieja fábula de la cigarra y la hormiga. Es cierto: qué anticuada y ridícula había llegado a parecer.

Hasta que alguien se dio cuenta de que el verano se había terminado.

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Memoria histórica

Es curioso. Memoria histórica para los caídos de un bando de una guerra civil, pero no para las víctimas de una banda armada.

Similitudes:

El bando rememorado y la banda armada son ambos de izquierdas. Qué casualidad.

Diferencias:

1 - La amnistía de la Transición se otorgó para pasar de la dictadura a la democracia. La amnistía de la banda armada se otorgará para pasar de la democracia a la dictadura.

2 - La guerra civil había terminado 38 años antes de 1977. El último asesinato de la banda armada data del año pasado.

3 - La amnistía de la Transición pasó definitivamente la página de la Guerra Civil. La amnistía de la banda armada abrirá, tarde o temprano, una nueva página de guerra civil.


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martes, 18 de octubre de 2011

Recetas para el triunfo

La banda armada ETA, como Göbbels en su tiempo, ha ganado la batalla de la información. Y, con ello, se ha abierto las puertas del triunfo (de momento). Las ratas, para sobrevivir, tienen que despabilarse más que sus alimentadores y, en parte por eso y en parte por una de esas carambolas de la Historia, la ETA se adelantó sin querer, ya en el siglo XX, a un futuro en el que la información es la clave del Poder.

¿Una banda armada que se sale con la suya? ¿En Europa? ¿En el siglo XXI? Hace sólo 20 años pocos lo habrían creído excepto, quizá, los iluminados residuales de la caída del último gran totalitarismo.

No sé si incluir a François Mitterrand en ese grupo espectral, pero lo cierto es que el ojo políticamente tuerto del (inevitablemente) gaullista Presidente francés puso, sin que a éste le temblara el pulso, muchos granitos de arena en la clepsidra de la banda armada. Tiempo ganado para la Historia: los propios etarras no lo sabían, pero tenían que resistir hasta el siglo siguiente.

Que es éste. Y a este siglo llegaban con ventaja. Mientras la Baader-Meinhof y las Brigadas Rojas se rendían a la fuerza del Estado, los de la chapela resisitían en sus escondrijos de la Aquitania, y aprovechaban el respiro para ir saliendo en los periódicos de cuando en cuando con unas cuantas bombas y disparos varios. Nos íbamos familiarizando con ellos. Malo. Y, como en la alegoría de Orwell, insensiblemente asimilábamos su lenguaje. Euskadi, izquierda abertzale, ikastola, Donosti, el Estado español, movimiento de liberación, cale borroka y, ya en la etapa del asalto final, el conflicto y... la Paz. The End. Guión perfecto.

Es cierto que Felipe González no ayudó. El misterioso suicidio de Ulrike Meinhof y varios correligionarios se hundió rápidamente en ese limbo en el que reposa todavía Kennedy, pero los GAL eran unos personajes de historieta cómica que regalaron a la banda armada la condición de víctimas. Víctimas de un Estado de risa, cierto, pero, ojo, de nadie más. Claro que, a quién le importa la risa del Estado cuando considera que todos los ciudadanos somos representantes de él, y no al revés.

El regalo estaba envenenado, y su precio fue la caída de Felipe. Casi al mismo tiempo que moría François. (Perdóname la familiaridad, François, pero es por equiparar). Las cosas se pusieron feas, pero entre tanto habían sucedido muchas otras cosas. Las guerras no eran ya de verdad, porque ahora se libraban en los videojuegos. La juventud se despolitizaba y se iba haciendo a la idea de que el mapa del mundo se termina en el límite provincial. Habían dejado de leer, sólo usaban ropa de marca y empezaban a acariciar la idea de ponerse un pendiente en el ombligo. Para mirárselo más a menudo, quizá.

Las cosas se iban poniendo feas, pero las condiciones objetivas no engañan. Ya lo dijo Julio César: divide, y vencerás. Además, doscientas mil personas se habían quitado la chapela y se habían largado. Y, para colmo de condiciones objetivas, un día de repente los pisos ya no valían lo que todos creían que valían. Era el momento. La luna se había puesto en cuarto creciente, y a aquella mortecina luz nadie discernia ya el bulto de las chapelas.

El Estado de risa de Felipe era ahora un Estado de morirse de risa, con payasos repartidos por todos los telediarios. En tales condiciones, casi no había más remedio que subirse a la carroza de la Alianza de Civilizaciones. Era tan divertido tirarle tartas a la cara a Zapatero. No sólo se dejaba sino que, además, sonreía. Como en el circo de verdad.

Sólo que en ese circo los etarras no son los payasos, sino los leones. En cuanto terminen de hacer las paces, esos señores de las chapelas (vosotros, no; esos otros que van a misa) les terminarán de abrir la puerta de la jaula. Ellos no ven leones, sino hijos descarriados, y por eso durante cuarenta años les han estado echando comida por entre los barrotes, a hurtadillas. Al fin y al cabo, ningún león se come al domador que lo alimenta.

Al menos eso dice la teoría. Con una sola excepción: cuando los domadores son también payasos.

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domingo, 16 de octubre de 2011

Las Vegas

Curioseando entre recuerdos, he encontrado un texto que escribí hace once años en Las Vegas. No recuerdo dónde lo escribí exactamente, ya que en aquel viaje no llevaba mi ordenador. En realidad, mi intención era comprarme allí uno nuevo, pero mi tarjeta de crédito europea no debía de ser muy compatible, porque al ir a cobrármelo el vendedor algo falló, y me quedé completamente sin crédito (y sin ordenador). Recién llegado a Las Vegas.

El texto es una impresión rápida de la miríada de sensaciones que me asaltaron en aquella ciudad. No estoy seguro de que la segunda parte sea un poema. Tal vez era sólo un boceto taquigráfico. Le he puesto los acentos, y he cambiado la nh por la ñ pero, aparte de eso y de algún  mínimo retoque, lo he dejado como está. Testimonio y crónica. En bruto.

Aquí va:

"Las Vegas: indescriptible. Todo se mueve, todo cambia. Neones, shows de luces y de música en bóvedas luminosas, primero desde la cúpula de vidrio del restaurante del Plaza, luego bajo el lucernario, rodeado  de gordos y gordas, gente posando abrazados a una serpiente, caricaturistas dibujando, esos grupos de música de aspecto patético pero inefable. Un chino con un rockero, viejísimos los dos, cantando country, otros cantando blues, rock and roll, un tipo de unos 40 y tantos, flaco y huesudo, con larga perilla, levita de saloon, Stetson negro en la cabeza y pañuelo negro al cuello, con otro totalmente calvo, vestido con un chaleco de lentejuelas, cantando La Bamba. Sosias de Elvis paseando por entre la multitud. Camisas floreadas, blancos, negros, asiáticos, mexicanos, hawaiianos, gordos que desbordan de los asientos de las máquinas tragaperras, camareras vestidas de cabareteras o de mexicanas, alla en lo alto, en la boveda, cantan Sammy Davis, Frank Sinatra, Elvis, y todo se mueve, se mueve, se mueve.

un restaurante precioso
con sabor de los 40-50
en las paredes caricaturas elegantes de famosos
que posiblemente habían pasado por alli
sobre todo actores de cine
un pianista gordísimo
que se parecía al de To have and have not, con 30 años más encima
que tocaba temas de jazz
y que había estado en la cárcel
y nos contó su vida
y las mesas
bajo una cúpula de vidrio majestuosa
que daba a la calle
the Strip
la avenida principal de los casinos
kilómetros de casinos
desde la cúpula veías
mientras cenabas
la encrucijada de la calle
de izquierda a derecha una calle sembrada de casinos
y enfrente una calle longitudinal
inacabable
cubierta en los primeros 300 metros
por un techo abovedado luminoso
en el que proyectaban shows visuales
debajo una calle peatonal hirviendo de gente
y por todas partes luces
luces
luces
ninguna de ellas quieta
todo se movía
todo cambiaba
Parménides
después
bajamos a pasear bajo la bóveda
y a curiosear por los casinos
ahora estaba escribiendo mis impresiones

y las capillas
de matrimonio rápido por 25 dolares
inefables
un cartel leído en una de ellas
NEED TO MARRY?
CALL 734 567
24 HRS A DAY
adentro un minialtar, unas sillas, un piano
unas flores blancas
probablemente de plástico"


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