sábado, 10 de septiembre de 2016

Aleppo

Hace un par de días, el gobernador de Nuevo México, Gary Johnson, candidato libertario a la presidencia de USA, acudió a una entrevista en los estudios de la NBC. En el transcurso de la entrevista, uno de los periodistas -probablemente con ambigüedad calculada- preguntó a Johnson: "¿Qué haría usted en relación con Aleppo?", a lo que el candidato repuso cándidamente "¿Y qué es Aleppo?"

Posteriormente, Johnson justificó el patinazo diciendo que en un primer momento había pensado en unas siglas. Sin embargo, si observamos el vídeo de la entrevista, veremos que la expresión facial de Johnson siguió en blanco mientras el entrevistador le explicaba que Aleppo estaba en Siria, y sólo salió de la inopia cuando el periodista añadió que Aleppo era "el epicentro de la crisis de refugiados".

Los periodistas americanos son monstruos desalmados capaces de vender a su abuela para trepar media pulgada en el organigrama, pero saben hacer su trabajo. De modo que el entrevistador no desaprovechó el flanco que acababa de quedar al descubierto y atacó: "¿Tan poca importancia le merecen los conflictos internacionales a alguien que quiere ser presidente de los Estados Unidos?" Como buen político, Johnson se salió en seguida por la tangente, pero su respuesta era ya irrelevante, porque la carga de profundidad era la pregunta, y la pregunta había sido lanzada.

Gary Johnson no ha sido el único político americano que ha dejado en evidencia sus limitaciones. En 2011, también durante una entrevista, el candidato a las primarias Rick Perry empezó a enumerar los tres ministerios que suprimiría si llegara a ser elegido presidente. A saber: Comercio, Educación, y... hum..., esto..., a ver..., vaya, lo tengo en la punta de la lengua...

En 2008, la entrevistadora Katie Couric preguntó a Sarah Palin, candidata a vicepresidente en aquellas elecciones, qué periódicos leía para para mantenerse informada y para entender lo que sucedía en el mundo. Sin mover un músculo innecesario de la cara, Palin respondió: "La mayoría de ellos... ¡Todos...!" La periodista insistió: "Nómbreme alguno". Pero la entrevistada no especificó. "Tengo una inmensa variedad de fuentes de noticias", aseguró. Y a continuación, como era de esperar tratándose de un político, se fue por las ramas: "No vaya a creer que Alaska es un país lejano. Aquí estamos al corriente de todo..."

Mucho más hilarante (en realidad, patética) fue la metedura de pata de Joe Biden ese mismo año con la misma periodista. "Cuando la Bolsa se desplomó", afirmó Biden, refiriéndose al crack de 1929, "el presidente Roosevelt salió por televisión y...". Sólo que en 1929 Roosevelt todavía no era presidente de los Estados Unidos, y la televisión... ni siquiera había sido inventada.

En 1992, el vicepresidente Dan Quayle corrigió públicamente a un estudiante la grafía de la palabra 'potato' [patata], asegurándole cariñosamente que "le faltaba una letra al final". Pero lo cierto es que 'potatoe' no el singular de 'potato', sino el resultado de quitarle una s al plural 'potatoes'. Lo que Quayle estaba sugiriendo era algo así como decir 'el amoto' o 'el arradio' en español ¿Cuantos libros o periódicos (¡o comics!) podemos suponer que había leído el Sr. Quayle cuando se permitió corregir a aquel estudiante?

El blindaje verbal de los políticos (lo que entre nosotros llamamos 'cara dura') es proverbial, pero a veces pequeños detalles como éstos nos revelan la verdadera dimensión de tales personas, la mayoría de ellas vacías de cultura, de principios y de convicciones. Si alguna vez la política tuvo un componente moral, hace mucho tiempo que lo perdió. Los políticos de hoy son, simplemente, vividores a cuenta de la Administración.

Pero no nos pongamos estupendos. La democracia es representativa, en el sentido más lato de la palabra. ¿Cuántos ciudadanos consideran hoy que la cultura es un valor? Hasta hace muy poco tiempo lo ha sido, pero ahora las tornas han cambiado. Lo que importa hoy es el cultivo del cuerpo, no de la mente. Era el ideal de las juventudes hitlerianas y, como en los tiempos del nazismo, también hoy este nuevo modelo de ciudadano es el resultado de un adoctrinamiento concienzudo.

No estoy hablando por hablar, pero nos adentramos en un tema mucho más amplio, que me reservaré para otro día.

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