El Freak 1865SA nació en pleno siglo
XIX en una lluviosa localidad subpirenaica. Su padre era propietario
de unos astilleros y ferviente partidario de la causa carlista, hasta
el punto de que destinó parte de su fortuna a comprar armas en
Inglaterra para el ejército rebelde. Tras el alzamiento carlista de
1872, la familia puso pies en polvorosa y se refugió en Francia,
donde el Freak protagonista de esta semblanza pasó sin pena ni
gloria algunos de sus tiernos años infantiles.
Tras la segunda sublevación de los
pertinaces carlistas, el Freak 1865SA acudió por fin a estudiar a
una escuela jesuita de las tierras lluviosas. En algún momento que
las crónicas no especifican contrajo la tisis, de la que
lamentablemente se repuso tras una larga convalecencia. Entonces, a los 17
años, una conversación con un hermano suyo lo indujo a abandonar la
causa carlista para abrazar una doctrina no menos pintoresca: el
nacionalismo racista. Fue, más que una revelación, un trance
místico, que aconteció precisamente durante una Semana Santa.
Un año después, embargado de
entusiasmo, se matriculó al mismo tiempo en tres Facultades
distintas de otra Universidad subpirenaica pero, siendo persona de
limitadas luces, abandonó los estudios poco tiempo después. Quien
mucho abarca, poco aprieta.
De regreso a su lluviosa tierra, habitada desde el día de la revelación por seres superiores (como él), escribió y
publicó varios libros sobre etimología y gramática de la lengua de
aquellos seres superiores. Lengua que, por lo demás, él desconocía.
En tanto que así se afanaba, opositó a una cátedra en un instituto
local. Afortunadamente, sin éxito.
Casó después con una mujer del medio
rural, cuyo apellido él tuvo que amañar para adaptarlo a su condición
de esposa de raza superior, y la feliz pareja, debidamente bendecida
por la Santa Madre Iglesia, celebró su viaje de bodas en la muy
milagrosa y cosmopolita localidad de Lourdes.
Gracias a la fortuna de su padre, el
Freak 1865SA no necesitaba trabajar, pero a condición de
rentabilizar adecuadamente el capital obtenido de los astilleros. Las
razas superiores son extremadamente tolerantes, y no se oponen a
invertir en tierras habitadas por razas primitivas, por lo que el
Freak 1865SA y su hermano se decidieron a comprar acciones de una
empresa minera subpirenaica con explotaciones en territorio bárbaro.
Entre tanto, al otro lado del
Atlántico, una isla caribeña que todavía formaba parte del país
subpirenaico estaba en plena efervescencia. La efervescencia acabó
en guerra, y la isla terminó independizándose de la opresora madre patria. En esta, tan aciago suceso desmoralizó a todos sus habitantes, salvo a
algunos exóticos Freaks de las tierras lluviosas que, al ser de raza
superior, vieron en la secesión atlántica un modelo a seguir y un
motivo de bendita ilusión.
Quizá por esa razón, y con el loable
propósito de llamar la atención del indiferente planeta Tierra, el
hermano del Freak 1865SA se presentó un día ante el vicecónsul de
Estados Unidos de América y le entregó un telegrama felicitando a
su Presidente por haber consumado la secesión de aquella isla.
Como Estados Unidos acababa de infligir una humillante derrota al país
subpirenaico, el Freak 1865SA dio con sus huesos en la cárcel, donde
permaneció cinco oprobiosos meses hasta que, absuelto por un
jurado popular, fue puesto en libertad.
En sus últimos escritos, el Freak
1865SA dio señas de haber perdido la razón, ya que renunciaba a la
independencia de la raza superior en favor de una postura
regionalista y, por lo tanto, humillante. Juzgue el lector por sí
mismo. Un hombre que en sus momentos más lúcidos alentaba a
expulsar de los pueblos a pedradas a los maestros de raza inferior,
que contraponía el asqueroso y cínico abrazo del pasodoble frente a
las púdicas y aéreas danzas del pueblo elegido, o que comparaba a
los salvajes librepensadores ocupantes con las tribus zulúes,
desistía ahora de sus grandiosos ideales para aspirar a ser
simplemente uno más en la grosera cacofonía subpirenaica.
Sin duda había contraído la
enfermedad de Alzheimer.
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