sábado, 10 de septiembre de 2016

Freaks subpirenaicos: 1885BI

El Freak supirenaico 1885BI nació a finales del siglo XIX en tierra de toros, caballos y señoritos. Su padre era secretario de juzgado, y su madre procedía de una familia de labradores de clase media. Parte de sus estudios los cursó en los escolapios. Como el lector estará empezando a observar, las congregaciones religiosas aparecen a menudo en las biografías de nuestros Freaks, por lo que no es de extrañar que muchos las vean como la mosca en la sopa del país subpirenaico.

Apenas estuvo en edad de ganarse el pan, el Freak 1885BI entró a trabajar como escribiente en el juzgado de su pueblo hasta que terminó la carrera de Derecho, que estudió con dudoso aprovechamiento (o con lamentables profesores), como en seguida veremos.

Sólo unos años después obtuvo por oposición una plaza de notario, que lo instaló de lleno en el selecto mundo de los señoritos subpirenaicos. La crème de la crème. Inmerso en tan fértil caldo de cultivo, probablemente no pudo evitar sentirse atraído por el prêt-à-porter de la moda ideológica que por entonces hacía furor en aquellas latitudes: el federalismo tribal.

A los 39 años emprendió una gira por el norte de Africa. En pocos meses, impresionado seguramente por los logros de aquella civilización tan superior a la suya, abrazó la religión musulmana y cambió su nombre de pila por otro en consonancia. Era un hombre nuevo. Su familia, pese a todo, se apresuró a negar tal conversión, atribuyendo al Freak 1885BI gran admiración por Santa Teresa y San Juan de la Cruz, y encareciéndolo como benefactor de un convento de religiosas.

Viajó después por otras regiones subpirenaicas para intercambiar impresiones -o quizá para intrigar- con ideólogos tribales como él, y colaboró en una revista de similar filiación. Pese a haberse presentado una y otra vez a las elecciones de la nación opresora con su programa tribalista, nunca llegó a obtener representación parlamentaria. Mortificado por tan pertinaz fracaso, exhumó la bandera de una taifa del siglo XI y compuso la letra del futuro himno de aquella tribu incontestable que, sin embargo, las urnas se empeñaban en ignorar.

Lastrado por su desconocimiento de la civilización transpirenaica, el Freak 1885BI estaba convencido de que el problema de aquel país de toros, caballos y señoritos era la distribución de las tierras. Como muchos intelectuales y revolucionarios antes -y después- que él, no parecía haberse enterado de que, en el transcurso de la Historia, el ingenio humano había hecho algo más que inventar la pala y el azadón.

Pero, como sucede siempre con los señoritos de izquierdas, había algo que no acababa de encajar en aquellas utopías justicieras: si los desposeídos dejaran de serlo, la clase alta -y en particular los notarios de provincias- afrontarían un futuro incierto. Los sirvientes podrían ponerse farrucos, los colectivistas les requisarían las calesas, y a lo peor hasta les cerraban el Casino. Entonces, ¿por qué perder tanto tiempo en metafísicas, siempre a vueltas con el tostón de las patrias? En resumen: ¿para qué podía querer el poder el Freak 1885BI?

Sólo se me ocurre una respuesta: para liquidar a los caciques de turno y colocar a los suyos.

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