El
Freak subpirenaico 1955MR nació en una región subpirenaica lluviosa, conocida por
la habilidad de sus habitantes para mantener una
conversación indefinidamente sin decir jamás ni sí, ni no, ni qué se yo. Por lo demás, el Freak que nos ocupa hoy
apenas se diferencia de tantos otros Freaks subpirenaicos, cortados todos casi siempre
por el mismo patrón. Algo así como el eterno retorno. Para empezar, como en
todas las buenas familias, uno de sus
antepasados pertenecía a la farándula tribalista, naturalmente en el sector de
los señoritos, donde había descollado por sus logros como pendolista
legislativo.
Sus primeros estudios
los cursó, por supuesto, con una congregacion religiosa, concretamente los
jesuitas, y a nadie sorprenderá saber que a continuación se matriculó en la
Facultad de Derecho. Las ciencias nunca fueron el punto fuerte del país
subpirenaico, y mucho menos si lo que uno se propone es vivir bien sin dar ni
golpe. Su meta, naturalmente, era ser funcionario del Estado, que en provincias
está considerado como un destino de muchísima pompa y circunstancia.
Sin embargo,
la política llamó un día a su puerta –o él llamó un día a la puerta de la
política-, y en tales menesteres, con el tiempo y una caña, fue escalando
puestos en niveles de mangoneo crecientes. He usado la palabra ‘mangoneo’
porque, como veremos en seguida, no tiene sentido hablar de ‘responsabilidad’ en
el caso del Freak 1955MR. O bien porque supo tener paciencia, o porque su
mediocridad fue una virtud muy apreciada por sus superiores, o por su proverbial
habilidad para no decir nunca ni sí, ni no, ni qué sé yo, el Freak que hoy nos
ocupa desempeñó puestos variopintos en la administración regional y, con el
tiempo, incluso en la nacional. En todos ellos supo pasar sabiamente inadvertido, aunque la clave de su éxito fue posiblemente otra habilidad aún
más meritoria.
A saber: escurrir
el bulto. Sea cual sea la decisión que esté obligado a tomar en virtud de su
cargo, el Freak se las arregla siempre para que la tome otro. De manera que él
nunca será responsable de nada. Brillante, ¿verdad? Las decisiones técnicas las
tomarán los técnicos, las económicas los economistas, las judiciales los jueces
y fiscales, y en los asuntos conflictivos mejor no complicarse la vida y dejarlos
como estaban. Con una salvedad: si la decisión tiene éxito, el mérito será sólo
suyo, que para eso es el titular del cargo.
Este tipo de
personaje sólo puede llegar a medrar en regiones subpirenaicas, y no es un
modelo exportable a países civilizados. La razón es muy simple: hace falta una
población de imbéciles para que, con artimañas tan birriosas, alguien así sea
capaz de salirse con la suya.
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