No sé cómo ni cuándo descubrí PostSecret, pero no debió de ser ninguna hazaña si uno considera que, desde su creación en 2005, contabiliza ya más de 500 millones de visitas. PostSecret ha alcanzado las más altas cimas de popularidad, principalmente en Estados Unidos, y recientemente su creador, Frank Warren, ha comenzado a concertar exposiciones en diversos museos del mundo. Uno de los últimos ha sido el MOMA de Nueva York.
Me hice fanático inmediatamente. La propuesta de PostSecret es muy simple: ¿tiene usted algún secreto tremendo que desea fervientemente contar pero no se atreve? Escríbalo en una postal, o cree un collage similar que dé fuerza visual a su mensaje, y envíelo a cierta dirección postal, a nombre de Frank Warren. Ignoro si hay una criba previa del material recibido, pero en cualquier caso todos los domingos Frank publica veinte secretos para todos los gustos.
La idea es simple, pero poderosa, y el resultado no es, como sería fácil imaginar, una colección de confidencias de colegio de monjas, sino un puñado de obras que, en algunos casos, encajan perfectamente en la definición de arte.
"Me gusta tomar malas decisiones. La vida es más divertida"
"Disfruto torturando a mis amigos enviándoles regalos imposibles de desempaquetar".
Para quienes gustan de leer a Dostoievsky (no me cuento entre ellos), hay terribles confesiones de culpabilidad:
"Mi mujer es una enferma mental. Quiero tener una amante cuyo marido sea un enfermo mental, para sentirme mejor"
Otras veces, en cambio, la culpabilidad parece ausente:
"Sueño despierta imaginando cómo me gastaría el seguro de vida si mi marido muriera en Iraq"
¿Y qué decir de la infancia perdida? Acompañada de un simple texto, la imagen de una fábrica consigue recordarnos a Rousseau el aduanero, cuya obra se sitúa exactamente en las antípodas estéticas:
Las drogas son otro de los temas recurrentes en las postales:
"Fumo hierba de camino hacia la escuela casi todos los días. Soy profesor... y enseño mucho mejor cuando estoy colocado"
"Me drogo en clase de religión. Nadie se da cuenta"
Algunos secretos nos hacen dudar de la salud mental de su autor, pero podrían dar pie para una novela:
"Estoy completamente convencido de que mi profesor de arte soy yo mismo, enviado desde el futuro"
"Tengo un trastorno esquizoide de personalidad. Y he estado fingiendo emociones desde que tenía 12 años. Nadie se ha dado cuenta"
Haciendo balance, quizá una mayoría de los secretos tienen un trasfondo religioso:
"Todavía estaríamos juntos si yo creyera en Dios"
"Perdí a mi primer amor porque le dije que no veo futuro para nosotros si él no se convertía al cristianismo. Todos los días siento deseos de retirar lo que dije. Tengo miedo de que él haya sido el hombre de mi vida"
"La experiencia que más me ha acercado a Dios es la misma que hizo de mí una adúltera"
"Estoy completamente solo en este mundo. No quiero encontrar a Dios. Quiero encontrar una mujer"
"Sólo me siento cerca de Dios cuando estoy bajo la influencia de narcóticos"
Las reflexiones vitales son otro de los componentes conmovedores de PostSecret:
"Me preocupa pensar que el camino que tanto he luchado por seguir es el que me conducirá al lugar más lejano del que deseo alcanzar"
"Cuando las cosas empiezan a ir bien, me veo impulsado a destruir mi vida y comenzar de nuevo"
No podían faltar tampoco, por supuesto, los secretos de amor y los conyugales:
"Pasé toda la semana en París con mi marido, enviándole a mi amante fotos de mí misma desnuda"
"Soy la amante de mi ex marido"
"Dejé de sentirme sola cuando rompiste conmigo"
Los secretos poéticos son una de mis debilidades:
Y, para terminar, el secreto más nefando de todos es también el más enigmático:
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