sábado, 8 de enero de 2022

Teorías

Después de mucho leer, ver e investigar sobre ese tema tan actual, aunque tabú según para quiénes, he llegado a la conclusión de que hay cuatro teorías en juego. Cuatro teorías creíbles, quiero  decir. En realidad hay muchas más, pero son --por ahora-- perfectamente descabelladas. Enumero, al azar:

- Todo esto es un intento de destruir la economía, en particular las empresas pequeñas y medianas, para apoderarse del mercado mundial, que naturalmente se desenvolverá en internet. Es una teoría difícil de refutar, a la vista de cómo van las cosas. En cualquier caso, el proceso parece imparable. Se non è vero, è ben trovato.

Una variante de esta teoría propone que todo está siendo una maniobra de China para... cómo decirlo... sí, apoderarse del mundo. Esta teoría tiene el inconveniente de que ni siquiera ellos mismos se han librado de la paranoia (otros dicen 'epidemia') rampante en el resto del planeta. Además, un país tan comerciante como ese ¿por qué tendría interés en atacar a sus clientes?

Una segunda variante sugiere que la espiral de deuda generada en 2008 estaba llegando a un punto crítico y la única solución era una guerra. Destruir para empezar de cero, o casi. El problema sería que en esa guerra todos los contendientes, atrapados por igual en el mismo maelstrom de deuda incontrolable, tendrían que estar en el mismo bando, y por lo tanto el enemigo tendría que ser interior. Para usted y para mí, malas noticias.

- Otra teoría difícil de refutar apunta a las grandes farmacéuticas, marcadas ya por un pasado entre turbio y marrón, que habrían regado generosamente con dádivas a los responsables clave de la administración, de los grandes medios y de la judicatura. Incluso de muchas instituciones médicas. Esta teoría me parecía inaceptable hasta hace dos años, más que nada por la dificultad de capturar todos los peces en la misma red sin que se escapen unos cuantos. Además, es cierto que la separación de poderes en las llamadas democracias occidentales lleva ya varios decenios desdibujándose, pero ¿hasta ese punto? ¿y en todos los países?

- La teoría más siniestra, a mi modo de ver, es la de la llamada cuarta revolución industrial, basada en el trabajo robotizado y la fusión hombre-chip (disculpen las feministas poco leídas). Es decir, lo que se ha venido a llamar 'transhumanismo'. Si no es la teoría más siniestra, ha sido desde luego la más delirante... hasta hace uno o dos años. Las últimas noticias y comentarios públicos sobre la implantación de microchips, incluso en el cerebro, empiezan a parecer alarmantes, sobre todo viendo cómo el viejo concepto de libertad está siendo sustituido por el de 'privilegio'.

Los famosos códigos cu erre (lo escribo así para evitar la censura) empiezan a parecerse mucho a los hilitos del viejo arte de las marionetas. Súmele usted a eso la omnipresencia de cámaras de vigilancia en lugares públicos y los algoritmos de reconocimiento facial y biométrico, y tendrá el menú servido. De esta teoría, a mí lo que me asusta no es que sea o no real, sino que existen ya los medios para hacerla realidad.

- Mi incredulidad se está empezando también a resquebrajar frente a la teoría de la eugenesia. A la vista de innumerables noticias y datos escamoteados, pero oficiales, y de las explicaciones de especialistas eminentes y convincentes, el futuro pinta feo. Sólo el tiempo dirá, pero, si una empresa aspira a ensanchar su base de consumidores, difícilmente estará interesada en liquidarlos en masa.

- Un hermanito pequeño de estas teorías es la superchería de la crisis climática, que, de ser cierta, nos obligaría en pocos años a regresar a la yesca y el pedernal, a comer bayas e insectos y a pasar bastante frío en invierno. Como nadie está realmente dispuesto a renunciar al agua caliente de la ducha por las mañanas, habría que convencerle. Para ello, un código de cuadraditos o un chip en la muñeca podrían ser muy persuasivos. Este hermanito es pequeño todavía, pero crecerá.

¿Qué pienso yo de todo esto? Todavía no sé qué pensar. Es un rompecabezas endiablado en el que, por muchas combinaciones que uno haga, siempre hay piezas que no encajan. Habría que añadir también a la coctelera el miedo colectivo, la arrogancia del poder, los prejuicios y el amor propio, en grandes cantidades, y agitar. Pero a esos ingredientes yo no puedo acceder.

De una cosa estoy seguro: es imposible que esas teorías sean todas falsas al mismo tiempo. Lo más probable es que la (ir)realidad que estamos viviendo reúna partes de cada una de esas teorías, en beneficio de intereses no siempre convergentes. Por el momento es una alianza táctica pero, a largo plazo, probablemente insostenible.

En su novela Die andere Seite ("La otra parte"), anticipándose a la segunda guerra mundial el grabadista Alfred Kubin imaginó una batalla final, apocalíptica, entre el inaprehensible Patera, fundador del Reino de los Sueños, y su polimórfico antagonista Hercules Bell. Una batalla irreal, en un mundo casi tan onírico como el que estamos viviendo.

Quizá lo que Kubin profetizó realmente no fue la segunda guerra mundial, sino la tercera.

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