sábado, 11 de noviembre de 2017

El asalto final

Viento del este, viento del oeste

Animado por la reciente iniciativa Hablamos Español, he acudido esta mañana a una manifestación, aunque he de confesar que no sé exactamente qué era lo que se reivindicaba. Lo que yo quería manifestar era que la política lingüística de esta comunidad autónoma me impide el uso normal del español en España. Suena raro, ¿verdad?

Suena raro, y lo es. Pero los motivos de quienes se han manifestado esta mañana no eran exactamente los mismos que los míos. De hecho, había una alarmante confusión al respecto. Para empezar, la inmensa mayoría de los manifestantes enarbolaban banderas. Es cierto, la bandera de España representa un territorio en el que rige una Constitución, que en particular ampara el derecho de sus ciudadanos a usar libremente la lengua nacional. Pero una bandera puede simbolizar muchísimas más cosas, y no todos tenemos por qué coincidir en ellas.

Tal vez estoy siendo demasiado inflexible. Descenderé, pues, un peldaño y supondré que la bandera española representaba el anhelo de unidad de la patria frente al secesionismo de una parte de Cataluña y a los designios de los gobernantes valencianos de ser anexionados por Cataluña mediante la implementación de un plan cuidadosamente diseñado. Pero, si lo que se reivindicaba era la unidad de la patria, ¿por qué la inmensa mayoría de los manifestantes enarbolaban también la bandera autonómica?

Es más, muchas de las pancartas estaban escritas en valenciano, otras hablaban de bilingüismo, y otras se referían al español como 'castellano'. No era eso lo que yo quería reivindicar, pardiez.

Los argumentos de los manifestantes con los que pude hablar eran también de lo más pintoresco. Una señora acusaba nada menos que a Rusia del independentismo catalán, simplemente porque se lo había dicho una hija suya que vive en Washington. Otra señora clamaba que lo que había que hacer era votar a Vox, un partido que no ha obtenido todavía ni un solo diputado en el parlamento español. Alguno que otro pedía el consabido "Puigdemont a prisión", y más de uno clamaba contra la 'catalanización' de la región valenciana.

Lo más alarmante de todo era la ausencia casi absoluta de jóvenes. A ojo, calculo que menos del uno por ciento de los manifestantes tenían menos de 30 años, y de ellos prácticamente todos eran niños que acompañaban a sus padres. Que nadie piense que en esta ciudad no hay jóvenes. Sin duda muchos estaban durmiendo la mona después de una noche de viernes apoteósica, pero Zara, la tienda de Apple o los grandes almacenes hervían de gente joven a la que, aparentemente, les trae sin cuidado en qué idioma los manipulan, los adoctrinan o los desalfabetizan.

Ante aquel desfile de clases pasivas con banderas contradictorias, en buena parte venidas en autocar desde pueblos circundantes, me embargó una desolación difícil de describir. Durante décadas nadie los ha defendido, y durante décadas ellos tampoco han sabido o se han molestado en defenderse. Todo lo que se les ocurre ahora, cuando ya es demasiado tarde, es manifestarse con sus vísceras y sus banderas. No son conscientes de que lo que tienen enfrente es un verdadero ejército en la sombra, perfectamente organizado. Un ejército que tiene ya argumentos, intelectuales, estrategia, poder y un sofisticado aparato de propaganda. Y que está determinado a usar todas esas armas hasta salirse con la suya.

Esta pobre gente cree que la bondad puede derrotar a la maldad por las buenas. Ellos son incapaces de cortar carreteras o vías de tren, de manipular a sus hijos ante las cámaras, de verter falsas acusaciones, de hacerse golpear por un policía blandiendo su bandera para después difundir la instantánea en los medios de comunicación internacionales. No tienen líderes. No tienen planes. No tienen estrategia. No son conscientes de su propia inferioridad, y ni siquiera saben claramente lo que quieren. Tienen la batalla perdida de antemano y, si tienen suerte, dentro de diez años la destrucción de España quedará consumada sin más violencia de la estrictamente necesaria.

Claro, que tendrán que tener mucha suerte. Para entonces, yo espero no estar ya aquí.

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License.

 
Turbo Tagger