La teoría de conjuntos
aspira a sentar unas bases inamovibles para las matemáticas pero, paradójicamente,
lo hace basándose en varios conceptos que no define. Los más llamativos son el
concepto de conjunto y los cuantificadores 'para todo' y 'existe un'. En concreto, la definición
intensiva de conjunto depende crucialmente del cuantificador 'para todo', pero nadie
lo define en términos objetivos. Implícitamente, se supone que los cuantificadores lógicos son ‘primitivas’,
es decir, conceptos elementales e irreducibles en los que todos estamos de
acuerdo. Me parece mucho suponer, sobre todo si lo que se quiere es sentar las bases de las matemáticas.
La existencia de primitivas, como tal, parece irrefutable. Los diccionarios en realidad son circulares. Describen taxonómicamente
conceptos, pero no permiten identificar nada que el lector no conozca de
antemano. Una motocicleta, ciertamente, es un vehículo. Un vehículo es un
objeto físico que sirve para desplazarse. Desplazarse es cambiar de lugar a lo
largo del tiempo. Si el lector no tiene una idea previa de lo que es un objeto,
un lugar y el tiempo, nunca podrá construir el concepto de ‘motocicleta’, y
perderá el tiempo buscando esas tres palabras en el diccionario, porque cada
una de ellas terminará remitiéndose a sí misma.
Me parece pues evidente que
las primitivas tienen que ser conceptos que no podemos describir con palabras,
sino mediante otro sistema de referencia que esté en la esencia misma de
nuestras percepciones sensoriales. Por ejemplo, la imposibilidad de transformar
una taza con asa en una bola de billar es incontrovertible, al menos en la geometría
euclídea, y genera dos categorías de objetos físicos inequívocamente
diferenciados: los que son transformables en una taza con asa y los que son
transformables en una bola de billar. Entendidos en ese sentido, yo no tendría
inconveniente en usar los conceptos taza-con-asa y bola-de-billar como primitivas,
al menos mientras nadie consiga transformar una en la otra.
Tratemos de profundizar en
el significado de los cuantificadores. La expresión "para todo x" implica la posibilidad de escoger sin
restricciones, mientras que "existe un x" designa el resultado de
una selección. Solemos expresar el cuantificador universal 'para todo' mediante
las expresiones "para todo x" o "sea cual sea x" pero, al hacerlo, estamos
aceptando implícitamente que las definiciones extensiva e intensiva de un conjunto coinciden,
lo cual es debatible.
Si decimos "ayer vi un gato",
estamos refiriéndonos a algo inequívocamente localizable en el espacio y en el tiempo.
O en aquel lugar y en aquel momento precisos había un gato, o no lo había. Dado
que siempre podemos referirnos a cualquier punto del espacio o del tiempo, aunque
sea simplemente señalándolo en un gráfico, podemos también construir un algoritmo
que los genere. Cada algoritmo de esas características equivaldría a la definición
extensiva de un conjunto, y podríamos definir la relación conjuntiva AND como la
relación entre dos pasos cualesquiera de un tal algoritmo.
Pero supongamos ahora que alguien
dice "un gato no ladra". En tales casos, no parece posible encontrar un
algoritmo que nos permita referirnos a ese gato. Todo lo que podemos decir es que
si nos encontramos con uno, observaremos
que no ladra. En otras palabras, si escogemos
un gato presente, pasado o imaginario, verificaremos que no ladra. Podemos definir
el concepto de selección a semejanza de una plantilla que, aplicada a una multiplicidad de cosas, oculte todo lo que no seleccionamos y deje
visible lo que seleccionamos. A esa plantilla podríamos llamarla XOR.
Ahora consideremos una
multiplicidad de referentes enumerable (por ejemplo, varios números, o varias macetas). ¿Podemos describirla mediante AND o mediante XOR? Es evidente que podemos construir un algoritmo que dé como resultado los
distintos referentes (números, macetas) de la multiplicidad, pero también podemos construir una
plantilla que, cada vez que la apliquemos, nos permita seleccionar cualquiera de
esos referentes. Sin
embargo, ¿obtendremos el mismo resultado?
No si el algoritmo traza bucles. Un algoritmo equivale a un criterio que proporciona resultados y, por
lo tanto, podría suceder que dos referentes distintos según un algoritmo sean
el mismo referente si usamos una plantilla:
En esta figura, el
algoritmo identifica un conjunto en el que N y N + k son diferentes, mientras que
una plantilla considerará estos dos referentes como el mismo, es decir, nos
obligará a usar un único símbolo. Si interpretamos el algoritmo como una
definición extensiva y la plantilla como una definición intensiva, tendremos:
N ≠ N + k extensivo
N = N + k intensivo
Si entendemos las
definiciones intensivas como un criterio de selección (las propiedades específicas de una rana me permiten seleccionar una), entonces el conjunto A de
todos los números naturales que son múltiplos de 4 sería el resultado de una
selección y, por consiguiente, deberíamos definirlo diciendo "si seleccionamos
un número natural y verificamos que es múltiplo de 4, podemos utilizar el
símbolo A para referirnos a él". El grado de ambigüedad del símbolo A
coincidiría con el alcance de nuestro concepto mental del conjunto A, y esta definición sería
la única posible, ya que no podemos verificar en su totalidad la infinidad de resultados R del
algoritmo
x =
0
Loop:
x=
N+1
R = x * 4Goto Loop
Del mismo modo, cuando
decimos:
todos los delincuentes serán
arrestados
podemos estar refiriéndonos
o bien a todos los que demostrablemente han delinquido, o bien a todos los que
hayan cometido o lleguen a cometer alguna
vez un delito. En el primer caso estaríamos utilizando la definición
extensiva de delincuente, mientras que en el segundo caso estaríamos utilizando
la definición intensiva. En matemáticas se trabaja casi siempre con
definiciones intensivas, pero no se tiene en cuenta que su alcance coincide
CASI siempre –no siempre- con el alcance de las definiciones extensivas. La
paradoja de Russell es, en mi opinión, una de esas excepciones.
Acudamos, para verlo más
claro, al famoso ejemplo del barbero, e imaginemos un escenario en el que, si seleccionamos
a un varón adulto que no se afeita a sí mismo, ese varón es afeitado por el
barbero. ¿Qué sucede con el barbero? Depende. Si el barbero se afeita a sí
mismo, entonces no lo seleccionaremos. Si no se afeita a sí mismo y lo seleccionamos, entonces él no puede ser el barbero y nuestro escenario está mal
construido. Es decir, pertenece a la categoría de los conceptos inconstruibles,
del mismo modo que ‘el conjunto de todas las toses en el plano’, o ‘el comienzo
de una circunferencia’.
Si la definición de barbero fuera
extensiva, el barbero afeitaría a una multiplicidad de varones con nombre
propio, es decir, perfectamente localizables, de los que sabríamos previamente con
certeza que no se afeitan a sí mismos. Como estaríamos enumerando casos
específicos, no habría generalización posible, y el barbero podría hacer lo que
le viniera en gana, porque no estaría incluido en el alcance de su propia
definición. Podemos definir al barbero como aquel que afeita a todos aquellos
(Pedro, Juan, etc.) que no se afeitan a sí mismos y, además, a sí mismo, pero
si lo definimos como aquel que se afeita a sí mismo y que no se afeita a sí
mismo nuestra definición carecerá de validez.
Si el barbero forma parte de una multiplicidad no abstracta, sino denominable (Pedro, Juan, el barbero, etc.), entonces podremos comprobar si se afeita o no antes de construir cualquier definición. En otras palabras, la pregunta ‘¿se afeita el barbero a sí mismo?’ tiene que tener una respuesta concreta, que llamaremos B. Si nuestra definición de barbero implica la negación de B, que es un dato preexistente, entonces la definición no será aceptable. Sería algo así como definir ‘rojo’ como el color de todas las rosas a sabiendas de que hay rosas amarillas.
Por otra parte, es también debatible el concepto de ‘conjunto que pertenece a sí mismo’. En el sentido extensivo, no parece viable construir un único algoritmo que además de recorrer uno por uno diversos referentes recorra también el referente que designa su totalidad (o cómo viajar desde Madrid hasta Sevilla y desde Sevilla hasta la lista de estaciones del AVE Madrid-Sevilla). En el sentido intensivo tampoco parece viable construir una plantilla capaz de seleccionar no sólo diversos referentes individuales sino, además, su totalidad (con la mira de un fusil podemos apuntar a un soldado, pero no a un batallón). Además, si seleccionar es lo mismo que desambiguar, una multiplicidad de posibilidades no puede desambiguarse en ella misma (algo así como decir que un árbol es una rama de sí mismo).
Después de años buscando, todos los ejemplos que he encontrado de conjunto que pertenece a sí mismo me parecen o incorrectos o imprecisos. La lista de todas las listas pretende ser una definición intensiva de un concepto exclusivamente extensivo, y las definiciones de tipo ‘negativo’ (por ejemplo, el conjunto de los ‘no triángulos’) pretenden definir un conjunto complementario sin especificar con respecto a qué. Me temo que los matemáticos se dejan a veces hipnotizar por los símbolos en la medida en que ven que funcionan, sin plantearse antes ponerse de acuerdo en su significado.
Si el barbero forma parte de una multiplicidad no abstracta, sino denominable (Pedro, Juan, el barbero, etc.), entonces podremos comprobar si se afeita o no antes de construir cualquier definición. En otras palabras, la pregunta ‘¿se afeita el barbero a sí mismo?’ tiene que tener una respuesta concreta, que llamaremos B. Si nuestra definición de barbero implica la negación de B, que es un dato preexistente, entonces la definición no será aceptable. Sería algo así como definir ‘rojo’ como el color de todas las rosas a sabiendas de que hay rosas amarillas.
Por otra parte, es también debatible el concepto de ‘conjunto que pertenece a sí mismo’. En el sentido extensivo, no parece viable construir un único algoritmo que además de recorrer uno por uno diversos referentes recorra también el referente que designa su totalidad (o cómo viajar desde Madrid hasta Sevilla y desde Sevilla hasta la lista de estaciones del AVE Madrid-Sevilla). En el sentido intensivo tampoco parece viable construir una plantilla capaz de seleccionar no sólo diversos referentes individuales sino, además, su totalidad (con la mira de un fusil podemos apuntar a un soldado, pero no a un batallón). Además, si seleccionar es lo mismo que desambiguar, una multiplicidad de posibilidades no puede desambiguarse en ella misma (algo así como decir que un árbol es una rama de sí mismo).
Después de años buscando, todos los ejemplos que he encontrado de conjunto que pertenece a sí mismo me parecen o incorrectos o imprecisos. La lista de todas las listas pretende ser una definición intensiva de un concepto exclusivamente extensivo, y las definiciones de tipo ‘negativo’ (por ejemplo, el conjunto de los ‘no triángulos’) pretenden definir un conjunto complementario sin especificar con respecto a qué. Me temo que los matemáticos se dejan a veces hipnotizar por los símbolos en la medida en que ven que funcionan, sin plantearse antes ponerse de acuerdo en su significado.
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