Por el mismo camino de siempre y a la misma hora de siempre, Ovidio Reminbi regresa a su casa, cansado. Hace ya muchas horas que ha anochecido. Por encima del resplandor de las farolas de la ciudad, la telaraña mal tejida de las estrellas sugiere miríadas de rumbos que apuntan a rutas exóticas. Nunca ha salido de aquel barrio, y ni siquiera conoce la tierra de sus orígenes: la del Sol Naciente. Muchas veces ha soñado con ella. ¡Qué grande es el mundo! Al cruzar una bocacalle se detiene en mitad de la calzada. A esas horas, la calle está desierta, y el aire que viene del mar le llega a pequeñas ráfagas húmedas, salinas. Ovidio mira hacia el este. Por allí amanecerá dentro de poco: el Sol Naciente.
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domingo, 19 de septiembre de 2010
Caza mayor
a las 19:38
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