viernes, 24 de octubre de 2008

Dos noticias recientes

Los servicios de seguridad de no sé qué aeropuerto han puesto en marcha un sistema de visualización que 'desnuda' a los pasajeros antes de entrar a los aviones para cerciorarse de que no llevan armas. Por el momento, funciona sólo a título experimental y voluntario. Los legisladores de la UE lo han dejado, de momento, en suspenso, porque tienen 'dudas' sobre la legitimidad del nuevo sistema. ¡Dudas! La noticia es ya de por sí deprimente, pero lo que me produce terror son las respuestas de personas entrevistadas por la calle, seleccionadas, nunca se sabe con qué criterio, por una emisora española de televisión basura (y disculpen la redundancia).

Pues bien, la inmensa mayoría de los entrevistados se declaraban conformes con la nueva medida de seguridad. Debo aclarar que los entrevistados no eran ovejas, o bueyes castrados, sino seres humanos. Algunos, incluso, respondían sonrientes. "Si es por seguridad..." Big Brother, Big Brother, estás ya a la vuelta de la esquina.

La cosa se está poniendo fea. Se suponía que el ciudadano de un país democrático es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Entonces, ¿por qué someternos siquiera a un control de metales? ¿De qué se me acusa, agente? ¿Acaso soy sospechoso de algo por el simple hecho de querer viajar en avión? Pues resulta que ahora no les basta con someterme a una cola ignominiosa, con obligarme a apartar mis objetos metálicos y mi computadora, quitarme el cinturón, descalzarme, levantar los brazos y separar las piernas para dejarme cachear, humillarme como un borrego más de un dócil rebaño. No. Ahora, además, quieren desnudarme en una pantalla. Quieren estar seguros de que, como dice la ley, no soy sospechoso de nada mientras no se demuestre lo contrario.

En unos pocos años, un puñado de asesinos medievales ha conseguido convertir en sospechosos a millones de personas todos los días. Si el terrorismo fuera una guerra, hace ya tiempo que la habríamos perdido.

Segunda noticia: investigadores de Georgia, Estados Unidos, han conseguido borrar selectivamente recuerdos presentes en la memoria... de ratones, por el momento. El futuro es, no ya preocupante, sino aterrador. El ser humano tiene una cualidad que lo diferencia radicalmente del resto de la fauna planetaria: todo aquello que algún ser humano ha sido alguna vez capaz de concebir será algún día realidad. Guerras apocalípticas, bombas atómicas, modalidades de tortura, Auschwitz, perversiones sexuales, drogas sofisticadas, robos cinematográficos, la cima del Everest o el Polo Norte, surfistas en caída libre, submarinos, batiscafos, globos tripulados, hombres rana, aviones que vuelan como los pájaros, satélites artificiales, misiones a Marte, hornos de microondas, robots, hologramas, trances místicos, vudúes, juegos fantásticos o muñecas hinchables. Todos los inventos de Leonardo da Vinci, todas las novelas de Jules Verne, de Ray Bradbury o de H. G. Wells. ¿Fahrenheit 451? ¿Terminator? ¿La isla del Doctor Moreau? ¿Un mundo feliz? Tranquilos: si no han llegado aún, no tardarán. Es una ley infalibe: todo lo que algún ser humano ha podido alguna vez imaginar terminará algún día siendo realidad.

Quién iba a decirte en 1984, Big Brother, que tardarías tan poco tiempo en llegar.

Y lo peor de todo: con una sonrisa.



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domingo, 19 de octubre de 2008

Computer

La palabra utilizada en España para designar un 'computer' es 'ordenador', traducción literal del francés 'ordinateur'. Presumiblemente, esta palabra tiene relación con la idea de 'poner orden', pero no es 'ordonnateur', como parecería natural. Quizá merece la pena averiguar la etimología de 'ordinateur':

En 1954, la sociedad IBM France buscaba un término francés para designar una nueva máquina electrónica suya, destinada específicamente al procesamiento de información. Un directivo de IBM aconsejó, pues, consultar a un antiguo profesor suyo, Jacques Perret, titular de la cátedra de filología latina en la Sorbona. El profesor Perret respondió el 16 de abril con un extenso análisis de las posibilidades que él contemplaba. Tras descartar systémateur, combinateur, congesteur, digesteur y synthétiseur, expresó su preferencia por 'ordinateur', que tenía antaño el significado de "personne qui dispose, qui règle selon un ordre". El vocablo tenía connotación religiosa. El diccionario Littré recogía 'ordinateur' como "Dieu qui met de l'ordre dans le monde".

A la vista de los términos que descartó, por razones simplemente prácticas, no parece que Monsieur Perret entendiera exactamente lo que es un computador. En cualquier caso, lo que no aclaró es por qué había que eludir en francés el verbo 'computer'. ¿Quizá, como se sospecha también en el caso del español, por la proximidad con la palabra 'pute'?

El latín 'putare' significaba originalmente 'podar' (que no es sino una corrupción de 'putare') y, en sentido general, 'quitar estorbos', 'simplificar'. Aplicado a las cuentas, vino a significar algo así como nuestro coloquial 'hacer números'. El prefijo 'com-' es intensivo, como en 'comprimir', lo cual nos da algo así como 'aplicarse a hacer números'. Esta fue probablemente la razón de que el uso más antiguo conocido de la palabra computer (1646) designara una persona que hace cálculos matemáticos, y de que los primeros ingenieros utilizaran ese término para denominar las primeras calculadoras mecánicas (1897).

En español, las dos acepciones de 'computar' que describe el DRAE son bastante desafortunadas:

1. tr. Contar o calcular por números algo, principalmente los años, tiempos y edades.

Como no entiendo qué se quiere decir con 'principalmente', acudo al propio DRAE, que me da dos acepciones:

1 - Primeramente, antes que todo, con antelación o preferencia
2 - Fundamental o esencialmente

Si me acojo a la primera acepción, debo entender que los años, tiempos y edades tienen algún tipo de primacía o preferencia. Pero ¿respecto a qué? ¿Computar las fases de la luna es menos computar que computar los años que tardará en volver a ser eclipsada por el sol?

Si me acojo a la segunda acepción, la definición de 'computar' podría completarse, por simple lógica, con una implicación: "Contar o calcular por números algo, esencialmente los años, tiempos y edades... y accesoriamente otras cosas". No está muy claro qué cosas puede uno contar o calcular por números accesoriamente sin salirse de la definición de 'computar'.

La única interpretación de 'principalmente' que me parecería aceptable es 'más habitualmente', que, por ser una propiedad circunstancial, puede ser excluida del concepto abstracto. De modo que me quedo con 'contar o calcular', que naturalmente no es lo mismo... excepto, quizá, con ayuda de un ábaco. Como definición, pues, parece un poco primitiva, pero la podríamos mejorar sustituyéndola por 'obtener un resultado numérico mediante números'. Si esos números son binarios, la definición describe bastante acertadamente la idea de computador digital.

La segunda acepción:

2. tr. Tomar en cuenta, ya sea en general, ya de manera determinada. U. t. c. prnl. Se computan los años de servicio en otros cuerpos. Los partidos ganados se computan con dos puntos

se acerca más al sentido de 'medir' o 'valorar', es decir, asignar elementos de una escala o esquema cuantitativo o de valores a conceptos que admiten o algún tipo de gradación, o el esquema implícitamente asignado.Y, sin embargo, esto es precisamente lo que hacen los computadores neuronales.

Entonces, ¿por qué 'ordiner' no es una buena traducción de 'to compute'? ¿Existe alguna manera de computar sin necesidad de ordenar? Sí: utilizando computadores analógicos. Teóricamente, incluso, sería posible concebir un computador que obtuviese resultados basándose en la teoría del caos.

En cuyo caso, tendríamos un 'ordenador' que computa... 'desordenando'.

 
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