El granero de Robinson está construido casi en la cima de la montaña. Allá arriba, lejos del mar y de la vegetación exuberante de la costa, la humedad y los insectos apenas llegan, y sus provisiones están seguras.
O eso creía él. Porque hace pocos días, al apoyarse en una de sus paredes, ha oído un crujido a sus espaldas y ha notado que la madera cedía. La empalizada de ramas y troncos que con tanto esfuerzo había conseguido erigir para sostener la techumbre del granero está podrida.
Las termitas la han agujereado por mil lugares. Ahora está casi completamente hueca, y en cualquier momento puede venirse abajo. Robinson no se había dado cuenta, pero las termitas llevaban ya muchos años devorando el interior de la madera. Sus provisiones, y con ellas su futuro, peligran.
Las cosas como esa no suceden de la noche a la mañana, murmura Robinson. Le llevará mucho tiempo construir un granero nuevo.
Si lo consigue.
O eso creía él. Porque hace pocos días, al apoyarse en una de sus paredes, ha oído un crujido a sus espaldas y ha notado que la madera cedía. La empalizada de ramas y troncos que con tanto esfuerzo había conseguido erigir para sostener la techumbre del granero está podrida.
Las termitas la han agujereado por mil lugares. Ahora está casi completamente hueca, y en cualquier momento puede venirse abajo. Robinson no se había dado cuenta, pero las termitas llevaban ya muchos años devorando el interior de la madera. Sus provisiones, y con ellas su futuro, peligran.
Las cosas como esa no suceden de la noche a la mañana, murmura Robinson. Le llevará mucho tiempo construir un granero nuevo.
Si lo consigue.
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