sábado, 29 de junio de 2013

Screenplay 0

INT. VIVIENDA DE RICK - NOCHE

RICK, 12, abre la puerta de entrada. Aires vagamente clumsy. Es impaciente. despistado. No todo el mundo sabe cuándo bromea. Tal vez es miope, también. 

Entra el CAPITÁN PICARD, 61, de uniforme. Acaba de llegar del Enterprise, donde ha discutido con Data un dilema de física relativista perfectamente posible: entrar en una distorsión del espacio-tiempo: regresar al pasado: encontrarse consigo mismo cara a cara.

Rick y él se dan la mano. Sin pronunciar palabra, Picard se adentra en la vivienda y sale a la terraza. Camina lentamente, brazos en jarras. 

Hace sólo dos días ha sido la luna llena más grande del año. Noche de San Juan. 

EXT. PLAYA - NOCHE

Una multitud, en su mayoría jóvenes, llena la playa. Hay hogueras encendidas. Se oyen petardos. Una botella vacía abandonada junto a una farola.

EXT. TERRAZA DE LA VIVIENDA - NOCHE

Hay una hamaca tendida en un ángulo. En ella está tumbado POPEYE, 34, con las manos enlazadas detrás de la nuca. Es un dibujo animado. Mira las estrellas. Su pipa humea. Tal vez medita. 

INT. SALÓN DE LA VIVIENDA - NOCHE

CIRO, 44, escruta un mapa extendido sobre la mesa. 

                           CIRO
                     (hablando para sí)
                Veintitrés grados norte. Probablemente.  
                Y sólo océano. Océano...
                     (pausa)
                Necesitaremos, mínimo, cuatro metros 
                de eslora.

Oímos abrirse la puerta de entrada. Risas y voces de un grupo de personas en el rellano. Muy ruidosos.

INT. RELLANO DE ESCALERA . NOCHE

Un tipo rechoncho con una botella de Moet Chandon en los brazos espera que lo dejen entrar. Junto a él, tres chicas estrepitosas, vestidas provocativamente. Dos de ellas son travestis. La tercera está vuelta de espaldas, mirándose la caída de la falda sobre su trasero. Al volver la cabeza vemos que tiene cara de caballo.

                          TIPO RECHONCHO
                 ¿Cómo que no podemos entrar? ¿Vosotros 
                 sabéis quién soy yo?

                          RICK
                 Precisamente.

Rick cierra la puerta. No entran.

INT. SALÓN - NOCHE

Una taza de café se levanta de la mesa -cincuenta centímetros- y se inclina. En su borde aparece la marca de carmín de unos labios. Rojo intenso. El nivel del café desciende. Es la MUJER INVISIBLE, 28. Poco se sabe de ella. Todos sospechamos que está desnuda.

Rick levanta un brazo para detener las conversaciones. Todos callan.

                            RICK
                 Os preguntaréis -o no- por qué 
                 os he invitado aquí hoy, esta noche... 
                        (medita unos instantes)
                 Yo mismo no lo sé. 
                        (carraspea)
                 Ha sido como parpadear. 
                        (parpadea)
                 O como estornudar.

Se acerca a la mesa, se sirve un centímetro de Glenlivet y enarbola su copa.

                            RICK
                 En cualquier caso, creedme que 
                 celebro vuestra presencia. ¡Salud!

Moja sus labios en la copa y deja caer el brazo sin derramar el líquido. Milagro. Lentamente, sus ropas se comprimen contra su cuerpo. Sin duda, es la Mujer Invisible, abrazándolo.

(Continuará).


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miércoles, 26 de junio de 2013

Por si alguien quiere

Uno no habla para que lo escuchen. Abrigamos íntimamente la ficción de que nos comunicamos mediante el lenguaje, pero no es exactamente así. Uno no habla o escribe para que el otro se entere. Uno habla o escribe por si alguien se entera. El empeño por hacer llegar el mensaje es el coste de la lucha del ser humano contra la soledad. A veces hay comunicación, y sin duda por eso luchamos. Pero en el camino que conduce a ese feliz evento hay varias etapas.

Primero, expresar bien. Nadie nace enseñado, y muchos, quizá la mayoría, mueren no aprendidos. Todos tenemos a mano un amplio repertorio de ideas adquiridas con las que alimentar la ficción de ser escuchados. Con los años, sí, uno tiende a discernir entre las ideas-moneda y las que reflejan la realidad, pero es un proceso lento.

Ese proceso puede ser -o no- más rápido si nos esforzamos -o no- por perfeccionarlo. No estoy hablando sólo del lenguaje verbal. Otras formas de expresión del ser humano llegan en mayor o menor medida a sus destinatarios, dependiendo de la apertura o cerrazón frente a las convenciones sociales. Y no estoy hablando sólo de música o pintura. Entre decir que la manzana se ha caído del árbol y decir que la masa de la manzana está sujeta a la fuerza del campo gravitatorio media un trabajoso proceso de replanteamientos, de insistencia obsesiva y, cuando la chispa finalmente salta, de formalización.

¿Por qué perfeccionar? Mejor dicho: ¿por qué hacer el esfuerzo de perfeccionar? Hay dos respuestas a esta pregunta. Una, porque la vida empuja a uno por ese callejón, tal vez para alcanzar otras metas. Escribo poesías para que Lolita se enamore de mí. Aprendo a redactar artículos del Boletín Oficial del Estado porque aspiro a ocupar un puesto en la Administración.

Dos, porque aprender, descubrir, elaborar, romper moldes me hace feliz y necesito ser feliz. Los niños inventan historias y personajes sin esperar recompensa. Es como estornudar o parpadear. En algún momento, ese impulso espontáneo se amortigua. Las convenciones son la llave que nos abre la puerta a la sociedad, y también necesitamos rodearnos de un mundo comprensible, aunque sea a trueque de llevar una vida convencional.

Cuando somos niños, los animales pueden ser mitológicos. Las hidras pueden tener muchas cabezas, y los centauros pueden ser al mismo tiempo hombre y caballo. Cuando la realidad nos muerde y nos obliga a prestarle atención, el niño se deja la mitología por el camino. Tiene algo la realidad real que puede más que la fantasía.

No siempre, sólo casi siempre. La naturaleza ha dotado a las mujeres de capacidad para competir con los varones, pero también ha moldeado su cuerpo y su mente para la maternidad, y esa dualidad no siempre se resuelve a gusto de su poseedora. La naturaleza es mitológica. La realidad, no. Al menos, a escala macroscópica.

Tampoco todos los adultos son felices habiendo relegado la curiosidad infantil al baúl de los recuerdos. Hay quien se conforma con las fantasías colectivas, y hay quien no. Para estos últimos, el camino puede estar sembrado de abrojos, y puede terminar conduciendo a una cima o a una sima. En la historia del mundo ha habido de todo. Cole Porter saboreó las mieles del éxito, pero John Kennedy Toole se suicidó porque nadie publicaba su novela.

En cualquier caso, seguid mi consejo, infortunados humanos mitológicos: no abandonéis nunca a la madre que lleváis dentro, si la reconocéis como propia. No reneguéis nunca del niño que lleváis dentro, si os reconocéis en él. Sin la felicidad de ellos, la vuestra es imposible.


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